Hoy, 12 de octubre, nuevamente nos manifestamos y ocupamos las calles de
Barcelona, con la fuerza de nuestras ancestras para denunciar un genocidio
que desde 1492, se perpetúa en nuestros territorios.
Somos la continuidad de las luchas contra el orden colonial, contra el
patriarcado, contra el capitalismo. Somos el fuego que la Colonia no pudo
apagar.
Aquí somos perseguidas, detenidas y deportadas, porque significamos la
memoria de la resistencia contra el imperialismo, porque significamos un
riesgo para la supremacía blanca.
No contentos con el exterminio que siguen ejerciendo como continuidad del
saqueo en nuestros territorios, mediante sus multinacionales de bandera a
través del expolio y el extractivismo, las grandes Empresas que hoy reemplazan
los nombres de los colonizadores y esclavistas que nos invadieron, violaron y
devastaron en la Abya Yala, África y Asia, también cuando migramos nos
condenan a la precariedad económica y laboral, mediante la Ley de Extranjería,
como un instrumento más del Racismo Institucional, nos persiguen por la
actividad de autogestión económica de la venta ambulante o el trabajo sexual,
mientras en los trabajos, denominados como “formales” por ellos, nos someten
al cautiverio en las tareas de hogar y los cuidados o la hostelería, a la
explotación en el trabajo de las y los temporeros en el campo. Con el agravante
continuado desde aquellos tiempos, de abusos y violaciones de nuestras
hermanas, con total impunidad, la que les otorga su eurocentrismo y su
blanquitud.
Mientras las derechas supremacistas celebran hoy el día del a hispanidad, las
izquierdas con la complicidad de su silencio, legitiman la estigmatización y
criminalización de los menores migrantes, la quita de custodias por motivos
racistas y misóginos a las madres migrantes y racializadas, y todo el aparato
burocrático que desde el marco de “su legalidad”, nos imponen con violencia y
represión contra los nietos y nietas de las personas que fueron esclavizadas,
contra las nietas de las comunidades que fueron desplazadas de sus
territorios. La izquierda blanca refuerza este racismo institucional desde su
poder político, mientras practican un paternalismo salvador a través de las
ONGs y su pornografía del dolor migrante, mostrando sólo las necrofronteras
marítimas e invisibilizando las que existen en las ciudades, dentro de los
metros, en las calles y en las plazas. Manteniendo cárceles y Campos de
Concentración de personas migrantes, los CIEs, donde se sigue torturando y
matando a nuestros hermanos. Invirtiendo en sus políticas de Fronteras
millones de euros en macro vuelos de deportación masivos. Otorgando miles
de millones a terceros países para ejecutar la tarea sucia fuera de su territorio
para tirar atrás el tránsito migratorio de las personas que huyen del hambre y
de las guerras, que la Europa Fortaleza, provoca en África.
Derechas e izquierdas europeas que sostienen y legitiman en nuestros países
de origen a Gobiernos serviles y Dictaduras útiles a sus intereses.
Su exigencia de integración es el intento de sometimiento a sus formas
racistas de coexistencia, nos imponen como vivir, cómo pensar, cómo criar,
como amar, nos someten a su lengua, a su heteronormatividad, a su relato
hegemónico de la historia, a sus monumentos racistas que honran a
esclavistas y colonizadores. Nos quieren arrodillados ante ellos, pero nos
tendrán de pie y en lucha.
Se apropian de nuestras manifestaciones culturales, de nuestros tejidos
textiles, peinados y maquillajes, de nuestras músicas, de nuestros alimentos, de
nuestras ropas para sofisticarlas, elitizarlas y vaciarlas del sentido de
resistencia que tienen, y así, mientras nos dicen que debemos renunciar a
nuestras culturas para integrarnos, hacen uso y manipulación de estas para
consumirlas y así hacernos creer que con ello se sacuden los privilegios.
Ahora se postulan como salvadores del planeta, ahora dicen que lideran la
lucha contra el cambio climático, mientras niegan las luchas de nuestras
hermanas y hermanos del sur global en la defensa de la tierra y de los ríos, que
durante 500 años han protegido nuestros territorios, del expolio del capitalismo.
En esa lucha con un doble discurso, invisibilizan la existencia las defensoras y
defensores que vienen siendo perseguidos, desplazados y asesinados,
hermanas y hermanos que se ven forzados a dejar sus territorios y sus familias
y a migrar a esta Europa que les niega el asilo, que les niega el carácter político
de su desplazamiento, mediante sus mediocres programas de eso que llaman
«acogida».
La Unión Europea al tiempo que se escandaliza por los incendios en el
Amazonas, por considerarla “su pulmón”, no la tierra que habitan desde hace
miles de años los indígenas que sí la han protegido de la devastación,
promueve e impone Tratados de Comercio e Inversión TCI, poniendo por
encima los intereses de las Empresas inversionistas, a los defensores de los
Derechos Humanos, los pueblos y de la Madre Tierra.
Porque ellos conciben la naturaleza como un recurso a ser explotado para
mantener sus zonas de confort, el tan mentado “estilo de vida europeo”, porque
para ellos las vidas que se juegan en las vallas y en los mares son un recurso
para favorecer la industria militar bajo la excusa de la seguridad en las
fronteras, porque para ellos los menores separados de sus familias y
encerrados en centros son el recurso para mantener su maquinaria burocrática
de gestión de la pobreza.
Para nosotros la vida no es un “recurso”, la vida para nosotras y nosotros es un
ejercicio de resistencia, de lucha por la soberanía de los pueblos originarios, por
la defensa de nuestras culturas, por la de nuestros saberes ancestrales, por
nuestras espiritualidades y por nuestras identidades diversas.
Exigimos que Europa reconozca el genocidio histórico que aún se perpetúa y
los crímenes actuales cometidos en nuestros territorios sean juzgados. Las
comunidades y los pueblos saqueados por su capitalismo salvaje, tienen
Derecho a disponer de tribunales internacionales vinculantes donde hacer que
las empresas transnacionales puedan ser juzgadas por sus violaciones de
Derechos Humanos, económicos, sociales, culturales y ambientales cometidos
fuera de su país matriz, tanto por su parte directa, como por parte de sus
empresas suministradoras, subcontratadas o filiales.
Nuestros pueblos de Abya Yala, árabes, africanos, palestinos, kurdos, asiáticos,
han resistido durante más de 500 años, nosotras tenemos la responsabilidad
histórica de sostener esa misma lucha aquí, ahora y siempre.
SOMOS RESISTENCIA ANTICOLONIAL
No perdonamos, no olvidamos, no nos reconciliamos!
Fotos: Bru Aguiló