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 En la playa Bogatell de Barcelona, se realizó un homenaje a los miles de inmigrantes muertos durante los últimos años en las fronteras visibles e invisibles frente a la fosa común más grande de la Europa Fortaleza, el Mediterráneo.

Organizaciones de Derechos Humanos como Tanquem Els CIE, Espacio del Inmigrante, Watch The Med y Stop Mare Mortum realizaron una acción por tercer año consecutivo, montando en la playa, un cementerio, con cruces y pirámides, fotos y esculturas y algunos relatos sobre las miles de muertes que se multiplican año a año, intentando llegar a Europa, frente al mar Mediterráneo, sobre una arena caliente, bajo un sol rajante.
Durante más de 12 horas se informó a la gente que llegaba a la playa y se interesaba por leer cada historia narrada brevemente en carteles con fotos de personas muertas en Centros de Internamiento de Extranjeros en España.
Por la tarde se realizaron charlas con Refugiados Indignados del Espacio del Inmigrante, algunos de ellos hablaron sobre la tragedia de los millones de desplazados de territorios sirios y palestinos. También los africanos relataron los crueles caminos recorridos para alcanzar un destino, que no era precisamente el que soñaron cuando partieron desde sus países.20066692639_ac0be88f06_o
Compañeras de Watch the Med, teléfono de alarma para l@s refugiad@s del mar, explicaron el proyecto que desarrollan desde que se supo de la tragedia del 11 de octubre de 2013 frente a las costas de Lampedusa,cuando los millones de euros invertidos por la UE en la empresa Frontex y en Guarda Costas, no sirvieron para salvar la vida de más de 200 personas que se hundieron luego de más de 8 horas de haber avisado por radio de su inminente naufragio. Contaron cómo comenzaron a funcionar en redes de solidaridad a través de un teléfono de ayuda, por los tres puntos de mayor cruce de embarcaciones con inmigrantes a bordo. Un teléfono que a través de un satélite les puede indicar dónde se encuentran, si están en peligro de naufragar. A través de esta red han conseguido comprometer a las Instituciones europeas a actuar para evitar muertes en esos cruces. Lo han hecho desde 2014 con capacidades muy limitadas, sin equipos de rescates necesarios, pero
con el propósito de alertar y dar a conocer lo que muchos gobiernos pretenden ocultar sobre sus no tan casuales negligencias, a la hora de salvar vidas.
Ibrahima Seydí, activista y artista senegalés, comentó la situación de los inmigrantes desalojados de la Nave del Poblenou, hace tres años. Allí juntaban su chatarra pero también desarrollaban su arte y su vida. Habló de una cooperativa en la que apenas se integraron 15 personas, de aquellas 300 que aún vemos vagar con sus carros por la ciudad. Y que fueron echados otras 2 veces de espacios ocupados.
Al caer la tarde se realizó una performance a cargo del Espacio del Inmigrante, en el que los turistas en tumbonas eran negros africanos y daikiri en mano se mostraban alegres e indiferentes ante el pedido de auxilio de unos blancos moribundos reclamando auxilio arrastrándose sobre la arena. Un impacto visual importante, ante tanta imagen mediática que intenta naturalizar estas trágicas muertes, que no son hechos aislados ni mucho menos, son responsabilidades concretas de quienes deberían evitarlas.
También llegó la música, con Simbiosis Kolective, Leo de Che Sudaka y Rosa Sanchez entre muchos que se fueron integrando con alegría y esperanza, ingrediente necesario e indispensable de la lucha por la dignidad de las personas que atraviesan fronteras, dejan atrás historias de hambre dolor y guerras.
Disparar en el agua a las personas no es rescatarlas, es asesinarlas. No asistir a embarcaciones sabiendo de un naufragio o embestirlas no es ayuda humanitaria. Responsabilizar a las mafias como causantes de estos problemas es eludir responsabilidades institucionales. Invertir millones en vuelos de deportación, cárceles, CIEs y vallas no es ocuparse del problema de la inmigración, es hacer negocio con la inmigración. No dar papeles a las personas migrantes es fortalecer las mafias. Y vender armas no es ayudar a otros países, es pisotear su dignidad y romper sus tejidos sociales para producir desplazamientos de millones de personas en la búsqueda de agua y comida.
La Unión Europea es responsable de estas muertes por acción u omisión de deberes. Quizá deberíamos empezar a redactar un nuevo diccionario para utilizar las palabras correctas a la hora de hablar de los Derechos Humanos y su interpretación necesaria de quienes tienen la obligación de cumplirlos. Visibilizar las Fronteras Invisibles es quizá el paso más importante para no naturalizar las tragedias de tantas muertes y sufrimiento de las personas migrantes. Es necesario crear una zona Europea del Mediterráneo en la que se respeten los derechos humanos y la libertad de movimiento.

Texto: Victoria Columba.
Fotos: Xavi Ariza y Pedro Mata