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Con 4 cámaras y 500 instantáneas
Campamento autogestionado de Eko Station, Grecia. Junio de 2016
Nunca pensé que 4 cámaras y 500 instantáneas pudieran aportar tanto y hacer tan felices a los niños. Tampoco pensé que sería yo la más beneficiada de todo esto. El ir “a enseñar”, se convirtió en el ir “a aprender”.
Unos 50 niños y niñas participaron en cinco talleres de fotografía en el campamento de Eko Station, ahora ya desalojado. Sesiones que dieron para mucho: fotografiar, correr, cantar, apaciguar tristezas, compartir alegrías, y encontrar complicidades.OLYMPUS DIGITAL CAMERA
El primer día se les propuso diferentes temáticas: fotografiar a su familia o amigos, algo divertido o su rincón favorito de Eko Station. Divididos en grupos, y con otros voluntarios, intentamos que ellos nos mostraran como veían su mundo a través del agujerito de una cámara. Me resulto duro encajar que la mayoría de chavales escogieran los campos verdes de detrás del campamento como su lugar favorito. Huir de la vida que les está tocando sobrellevar. Su elección me produjo una sensación entre el dolor y esperanza.
Los siguientes talleres que vinieron continuaron en esos campos verdes ya como un hecho natural, andábamos hacia allí, por inercia. Nadie preguntó, ni propuso. Habíamos decidido en silencio que ese era nuestro lugar de evasión.
Recuerdo con especial cariño a Mohamed. Un chico de 16 años, que venía cada día desde Nea Kavala (una hora andando) para conseguir comida en el campamento de Eko Station, debido a la mala calidad de los alimentos de su propio campamento.
Conocimos a Mohamed en medio de los campos cuando estábamos haciendo el taller. Él caminaba cargado con comida para toda su familia. Nos vio haciendo fotos, y se quedó perplejo. Los participantes del taller le tomaron unas imágenes. Marcho de vuelta tan contento con las instantáneas en la mano que me emocione. Al día siguiente Mohamed volvió al campamento de Eko Station, esta vez sin bolsas de comida y sin carga en su espalda. Pasó el día con nosotros, como uno más, como el adolescente que es, no como el adulto responsable que le ha tocado ser, en su día a día.OLYMPUS DIGITAL CAMERA
El día anterior del desalojo de Eko Station y sabiendo que ese iba a ser el final de una etapa para los que allí habitaban, fui con tres chavales participantes del taller, entre “nuestros” campos y el campamento. Hicimos una cola de gente que quisiera tener un recuerdo. Cien personas pudieron llevarse una imagen.
Los chavales dispararon todas las instantáneas. La gente les daba las gracias. Estaban orgullosos de ser fotógrafos y ver las caras de felicidad de los que se marchaban con su foto en la mano.
Mientras escribo esto, pienso en todo lo aprendido, en todo lo que me he llevado a casa. Ni en una vida entera hubiera sido posible aprender tanto.
Estos talleres, han sido una lucha ganada llena de emociones. Ver como niños y niñas que no querían compartir grupo en los talleres, jugaban juntos los días posteriores ya es suficiente. Posiblemente comparten muchas horas a partir de ese momento. La fotografía milagrosa, descubrir que no somos tan distintos como pensamos y que nos parecemos más de lo que creemos. Más allá de sexo, raza, nación o religión.
Árabes, kurdos, iraquíes, afganos, todos éramos iguales en este espacio fotográfico, las diferencias volaban cada vez más lejos en cada “click” que se disparaba
Desde la primera vez que visité los campamentos, estos chavales se han convertido en mis héroes, los que fuerzan a los que vamos y venimos a Grecia, a seguir tirando para adelante y a no bajar la guardia.
Ellos y ellas no lo saben, pero son el engranaje para que todo tenga un poco de sentido, la esperanza, nuestro futuro.
Quiero dar las gracias a “Eko Project” por darnos la oportunidad a Fotomovimiento de realizar en el campamento estos talleres de fotografía.
Gracias a David Zorrakino, Ana Parra, Mohamad Ahmed Tattan y Feras Al Malat por ayudarme y compartir el aprendizaje.
También gracias a todos los que colaborasteis con la compra de fotografías, una parte de ese dinero se convirtió en estos talleres mágicos. Gracias a “A Cofee For Refugees” por creer y colaborar en este proyecto.
Gracias a todos estos chavales por abrirnos el corazón, por su entusiasmo, su amor y su valentía.
Seguimos.

Texto y fotografías: Mòni