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Barcelona, 13 de octubre de 2013.- 1914 fue el primer año que se pensó en una celebración de la fiesta de la Raza; al año siguiente pasó a denominarse el Día de la Raza. El nombre fue creación del entonces presidente de la Unión Ibero-Americana y exministro del Borbón Alfonso XIII Faustino Rodríguez-San Pedro. Puede que el nombre sea desconocido para muchos lectores, pero si añadimos que cuenta en su haber ser el abuelo de Rodrigo Rato la cosa se va esclareciendo más.

El Día de la Raza, en palabras de Rodríguez-San Pedro, pretendía conmemorar el «descubrimiento de América […] la memoria del inmortal Cristobal Colón […] la intimidad espiritual existente entre la Nación descubridora y civilizadora y las formadas en el suelo americano». No fue hasta 1958 que Presidencia del Gobierno, un gobierno fascista, oficializó la denominación de Día de la Hispanidad.

Muchas han sido las palabras que se han escrito para describir qué encierra el Día de la Raza, el de la Hispanidad. Textos que hablan del «abolengo glorioso» de España, de su «rango superior en la Historia»; de la «gesta gloriosa» que significó «la misión de ser descubridora» de tierras que habían de ser alumbradas por «su civilización y su genio»; de la conquista y la posterior labor de «poblar, colonizar y civilizar»; de la «espiritualidad que orla con fulgores de luz inextinguible» la fecha que conmemoraba; de la «supremacía» de «la Cruz de nuestra religión» y también de «la espada de los Reyes Católicos». Todas estas que aquí aparecen citadas fueron publicadas el 12 de octubre de 1937 en el diario ABC, en la edición que aparecía en Sevilla. En ese mismo texto se hablaba de «la anti-España»: no es que existieran dos Españas, sino que una de ellas se hallaba cautiva de «hordas sin Dios y sin Patria». La verdadera España, «inmortal y única»; la España del Generalísimo Franco, «único genuino y legal erigido por la voluntad nacional, para ser fiel continuador de la Historia gloriosa de la Patria»: esa España era la ensalzaba por las palabras escritas en 1937. La regida por la negrura del fascismo.

Tan solo un año antes, en el paraninfo de la Universidad de Salamanca se conmemoraba la misma fecha. Ya en aquella sala apareció el término anti-España, cuyos «principales focos» eran vascos y catalanes, «dos cánceres en el cuerpo de la nación». Fue José Millán-Astray —creador de Radio Nacional— quien lo dijo, afirmando acto seguido que «el fascismo, remedio de España, viene a exterminarlos, cortando en carne viva y sana como un frío bisturí».

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En los episodios anteriormente descritos hay algo común: el fascismo. Un fascismo que hoy sigue totalmente presente en nuestras calles gracias a la connivencia de nuestros gobernantes. No vamos a dedicar ni una sola palabra a lo que hoy ha sucedido en algunas calles y plazas de Barcelona; a esa demostración aberrante y vergonzosa; a ese cúmulo de ignorancia y fanatismo enfermizo; a esa violencia presente en palabras, miradas, vestimentas, banderas, símbolos y gestos. Las imágenes de este sábado hablan por sí solas.

Ni una sola palabra más: FUERA EL FASCISMO DE NUESTRAS CALLES.

 

Texto: Mónica Solanas

Fotos: Fotomovimiento