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Barcelona, 27 de septiembre de 2015

Altísima participación en las elecciones autonómicas de ayer en Catalunya. Un 77.46 % de los 4.115.807 de ciudadanos con derecho a voto depositó su opinión en las urnas. Una participación que solo fue superada en el año 82.

Una convocatoria que la mayoría, incluida la comunidad internacional, entendió en clave plebiscitaria, como demostró la enorme cobertura por parte de medios extranjeros que desplazaron a Barcelona sus corresponsales. Muchos líderes mundiales, también expresaron públicamente sus opiniones y siguieron atentamente lo que estaba pasando estos días. Incluso apoyando con su presencia física en los mítines a algunas listas. Estaba claro que algo más que unas simples elecciones autonómicas, estaba sucediendo en Catalunya. Estaba claro para todo el mundo menos para el gobierno central, empeñado hasta los últimos días de campaña en negar la evidencia.

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El inmovilismo y la incapacidad del gobierno para llegar a acuerdos y dar una salida al democrático deseo de decidir de la mayoría de los ciudadanos y ciudadanas catalanas, ha tenido como consecuencia ese carácter de referéndum que una parte importante de las fuerzas políticas catalanas han querido darle a estas elecciones.

Los resultados, sin entrar en valoraciones, han dado ganador con 62 escaños, a la candidatura independentista Junts pel SI, en la que estaban representados Convergencia, Esquerra Republicana, independientes y plataformas ciudadanas. La suma de esta lista y los diputados de la CUP tendrían pues mayoría absoluta.
Debido a la ley electoral y a la forma de equilibrar los votos según el territorio, se da la paradoja de que una mayoría absoluta en escaños , no ha de representar necesariamente una mayoría de votos.
El problema está en como se contabilizan esos votos, ya que desde las posiciones unionistas, se incluye como contrarios a la independencia a los votantes de Catalunya si que es pot, lo cual no es en absoluto cierto, ya que ellos mismos han dicho por activa y por pasiva que entre su militancia hay ambas opciones.
No nos engañemos, para bien o para mal, las cuentas son las que son, Incluso asumiendo que en esa formación política solo el 20% sean votos independentistas, ganaría en Catalunya la opción rupturista. Hagamos el análisis que hagamos, tomemos las soluciones o los caminos que tomemos, esa es la realidad a día de hoy.

Es de destacar el aumento de votos de Ciutadans que con 25 escaños, pasa a ser la segunda fuerza política duplicando el número de escaños sobre los resultados de 2012. El aumento de diputados de las CUP que con 10 escaños, triplica sus resultados. El hundimiento del Partido Popular y Unió, que obtienen sus peores resultados, quedando esta última opción política sin representación parlamentaria.
La candidatura Catalunya si que es pot, obtiene unos decepcionantes 10 escaños, muy lejos de las aspiraciones iniciales de la plataforma formada por Podem, ICV , EUiA y Equo.

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En declaraciones posteriores al escrutinio los candidatos de, Junts pel Si, daban los resultados por buenos y suficientes para seguir adelante con el proceso de independencia. Euforia en la calle y ambiente de celebración victoriosa. Gritos de independencia y vuelos de Esteladas y alguna que otra Estreleira gallega.
Desde las opciones constitucionalistas, se intentaba resaltar que el número de votantes contrarios a la secesión era mayor, según su particular recuento, y por tanto la opción independentista había sido claramente derrotada.

Se cuenten como se cuenten los votos, lo que ha quedado muy claro es que una innegable y amplísima mayoría de catalanes desean una nueva relación con el estado Español. El que no asuma esa realidad, tendrá graves problemas en el futuro cercano para entender interpretar y asumir lo que ha pasado el 27 y lo que pueda suceder en el futuro.
Muchas opiniones apuntan a que pase lo que pase, las soluciones dependerán en gran medida de los resultados de las próximas elecciones generales de diciembre.
Los que presentan la constitución como un bloque inamovible de leyes, como algo sagrado y monolítico, se equivocan. Las leyes se cambian, incluso las más altas. La historia así lo demuestra. En el caso de la Constitución española, fue cambiada hace un par de años y en un tiempo record a requerimiento de la UE y nadie se rasgó las vestiduras.
Por otra parte resulta falaz considerar que la unidad de un país solo pueda expresarse de una manera. En la comunidad internacional, tenemos varios modelos de estado que, desde luego, no pueden ser calificados de débiles. Desde el modelo confederal de EEUU hasta los diferentes modelos federales, hay para elegir.

Se abre ahora el período habitual de pactos y alianzas para nombrar gobierno.

Que nadie dude que el futuro de los pueblos, antes o después, lo deciden los ciudadanos. Depende de nuestros políticos que esas decisiones se tomen de forma ordenada y pacífica. Si nada cambia, si nada se mueve, la situación se enquistará, aumentará el resentimiento y la historia se abrirá camino como pueda.
Esperemos que nuestros políticos estén a la altura de la Historia y encuentren una forma democrática y pacífica de solucionar la forma de articulación territorial y de convivencia futura para las gentes de este país.

Texto Tono Carbajo.

Fotografías, Ramón Serra, Manuel Roldán y Pedro Mata

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