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Al río que todo lo arranca lo llaman violento, pero nadie llama violento al lecho que lo oprime. Bertolt Brecht

Barcelona, 19 de febrero de 2014.- «Plaça Universitat se llenó de gente, había surgido efecto la llamada de apoyo que se pidió este mediodía desde el barri de Sant Antoni. Todo el soporte posible para mostrarse en contra del desalojo del centro social okupado del barrio, La Carbonería. Eran casi las nueve de la noche cuando la manifestación daba comienzo por Gran Via en dirección Rocafort. Casi un millar de personas caminaban bajo consignas anticapitalistas mientras cortaban toda la avenida. A su paso no dejaban de salir vecinos a las ventanas, más de uno y de dos se sumaban a la reivindicación con cacerolas y gritos. Sucursales bancarias pintadas con símbolos anticapitalistas mientras los allí presentes aplaudían. Todo acompañado por el zumbido constante de helicópteros que sobrevolaban el Eixample barcelonés, así como un número desproporcionado de furgones policiales de los Mossos d’Esquadra que cercaban a los manifestantes.

«Ocupada desde noviembre de 2008, La Carbo, como comúnmente la conocen, ha sido desalojada hace menos de un día. Una orden de desalojo que desde 2010 se lleva evitando. La empresa inmobiliaria propietaria inicial del edificio vivía momentos complicados que permitieron crecer y establecer La Carbonería como centro social y cultural de gran actividad en el barrio. Inmersa en un gran número de actividades, así como ofreciendo cursos, talleres, servicio de biblioteca e incluso organizando un comedor vegano y una red de alimentación. Situada en la esquina de Urgell con Floridablanca, La Carbonería no dejaba de ser un proyecto autogestionado en constante mejora donde la ideología dominante era la de todo aquel que quiera crear y hacer de la cultura popular algo digno. La Carbonería era un espacio de reunión de la lucha anticapitalista en la ciudad condal. Contando con gran apoyo vecinal, el Centro Social fue punto de encuentro de muchas asambleas, cafetas y eventos de apoyo contra la represión policial y política.

«La sentencia de desalojo se debía llevar a cabo entre el 15 y el 28 de febrero de este año, ya que tras pasar a ser propiedad de uno de los bancos más poderos en términos mundiales, Barclays, éste aceleró el proceso que hasta entonces FBEX Promo Inmobiliaria había dejado en stand by tras declararse en banca rota.

«Un espacio que de momento ha quedado en silencio, el globo gigante que como mural reflejaba la lucha contra el desalojo ha perdido el color de golpe, al ver como frente a él más de 20 furgones de policía cargaba contra sus defensores. Tras una manifestación tensa, con un seguimiento masivo de cuerpo policial, el paseo acabó en carreras y golpes. Desde Urgell a Sant Antoni, más de una veintena de furgones cargaron contra los manifestantes. En medio de las barricadas, vecinos y viandantes quedaban atónitos ante la maniobra policial, que a pesar de irse tranquilizando la situación no dejaba de lanzar por megafonía el contundente mensaje “desalojen la calle, carga policial inmediata”.

«Quisieran desalojar voluntariamente o siendo obligados por los agentes de policía, todas las calles colindantes al edificio quedaron vacías, a pesar de que la manifestación ya había acabado y se limitaba a constantes cargas de los Mossos d’Esquadra por las diferentes calles del barrio de Sant Antoni. Un estado de sitio, que aunque es ilegal no dudan en llevar a cabo durante más de una hora. Furgones recorriendo la calle Floridablanca disolviendo a todos los viandantes y obligándoles a cambiar de dirección, mientras los vecinos no dudaban en penalizar desde sus balcones la actitud desmesurada de los guardias de seguridad. Desde la página web del Centre Social Okupat, ofrecían en Streaming lo que estaba sucediendo.

«Una vez más las fuerzas de seguridad del estado muestran la cara más vergonzosa de su trabajo, llevar a cabo medidas para acabar con lo alternativo y diferente, para disuadir el movimiento cultural y social ciudadano. Esto no es más que la respuesta armada de un sistema que no permite que crezca entre la población la diversidad, la cultural libre, que no quiere dejar que de ningún modo se aleje a la ciudadanía de ese gran marco consumista capitalista establecido, que tantos beneficios les da. Una represión hacia aquellos que buscan la unión de los ciudadanos a través de la cultura popular, una cultura que por muchas veces que ataquen no matarán desalojando edificios ni bombardeando con su adoctrinamiento informativo. Porque siguen siendo posesiones y no entienden que la gente que ha salido a la calle esta noche, no sólo defiende un edificio o un espacio, sino el sentimiento de autonomía y libertad que tanto nos falta.»

 

Fotografías: Bru Aguiló, Pedro Mata
Artículo original de Iris Rodríguez para LaColumna.cat
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