El caso de los violadores de la Manada, reúne en si mismo tal cantidad de basura que por necesidad ha de revolverle las tripas y la conciencia a cualquiera que tenga un mínimo de sentido ético.
Es deleznable el hecho en sí mismo de que alguien se crea en el derecho de violentar a una mujer por considerarse más fuerte o superior a ella. Es vomitivo que la defensa haya contratado a un detective para seguir a la víctima después de la violación. Es para apartar de la judicatura al juez que lleva el caso por manifiesto machismo y odio a las mujeres por como está llevado el caso y por aceptar ese informe de la defensa culpabilizando a la víctima y en cambio desestimar los whatsapp previos a la violación. Es muy grave que parte de la Manada esté relacionada con el ejército y la guardia civil. Es muy grave usar el género o el sexo como arma para imponer el poder sobre otra persona.
No podemos seguir viendo como normal que por llevar una ropa de determinado tipo haya quien se crea que una mujer va buscando sexo, no es normal que una mujer tenga miedo de volver a casa sola por si la atacan, no es normal que descerebrados les griten babosadas por la calle o las acosen en las redes por el solo hecho de ser mujeres. No, no es normal y hay que tomar posición. No nos podemos callar, no nos podemos quedar al margen.
Es necesario un posicionamiento firme y claro contra la violencia de género y el terrorismo machista por parte de toda la sociedad y las instituciones públicas. Es imprescindible la educación en la igualdad de género en los colegios, el boicot a los productos que usan el sexismo como parte de su política de comunicación. La aprobación de una legislación laboral que garantice la igualdad de salarios en trabajos iguales. La consideración de la violencia de género como un tema de prioridad nacional y la aprobación de los fondos necesarios en todos los ámbitos para la erradicación de esa lacra.
Pero sobre todo es imprescindible que en nuestra vida diaria cortemos en seco cualquier comentario sexista, cualquier defensa de la violencia contra las mujeres, cualquier menosprecio o falta de respeto.
Hay que ser absolutamente intolerante con la violencia de género.
Hay cosas en las que hay que ser profundamente radicales y la igualdad de género y la condena de los comportamientos de odio a las mujeres es una de ellas. Todo nuestro desprecio a los agresores.
Barcelona 17 de noviembre de 2017
Texto y fotos Tono Carbajo

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