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Barcelona, 10 de julio de 2013.- Si hay algo que sorprende de José Antonio es la tranquilidad que transmite. Y la sonrisa que siempre muestra. A pesar de su difícil situación, no pierde la esperanza. Lleva ya mucho tiempo, acompañado de la Plataforma de Afectados para la Hipoteca (PAH), reclamando al Banco Popular la dación en pago de su hogar. En 2007 pidió una hipoteca a esta entidad, 390.000 euros. Cinco años después, cuando ya había pagado más de 100.000 euros a cuenta de esa hipoteca, el Popular le dijo que su deuda era el equivalente, en yenes, a 588.000 euros: José Antonio había firmado una hipoteca multidivisa y al yen le había ido mejor que al euro. No fue el único que adquirió uno de estos productos: la Asociación de Usuarios de Bancos y Cajas (ADICAE) cifra en 30.000 el número de hipotecas que se firmaron en España y que estaban vinculadas a moneda extranjera.

La PAH y el Banco Popular tienen abiertas desde hace tiempo negociaciones colectivas para resolver los casos de otras muchas personas, pero la entidad se ha negado repetidamente a negociar una solución para José Antonio. Han sido muchas las jornadas de visitas de la PAH acompañando a José Antonio a diferentes oficinas del Popular. Así que esta mañana han tomado una resolución: ocupar indefinidamente las instalaciones que la entidad tiene en Las Ramblas de Barcelona hasta que “anule la hipoteca multidivisa con la que engañaron a José Antonio y le acepten la dación en pago”. Y se han hecho notar. No solamente por el ruido de bocinas que siempre les acompaña allí a donde van: unos 20 ocupantes, entre ellos José Antonio, han entrado en la oficina vestidos con ropajes eclesiales: monaguillos, curas, monjas… Incluso un cardenal. No es un secreto que la entidad mantiene muy estrechas relaciones con el Opus Dei, secta que es Prelatura personal de la Iglesia Católica y que defiende “el servicio a los demás y la mejora de la sociedad”. Algo que choca directamente con el comportamiento que el banco está teniendo, especialmente, en el caso de José Antonio.

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A las 10.30h de esta mañana, y equipados con sus camisetas verdes; megáfono; pancartas; silbatos; trompetas… incluso bocadillos y sacos de dormir, más de un centenar de personas han ocupado las instalaciones de esta pequeña oficina. La directora y el resto de trabajadores que se encontraban trabajando se han encerrado en un despacho al fondo del local, dejando fuera al vigilante de seguridad a cargo de… No sé sabe muy bien de qué: a medio día ya charlaba distendidamente con algunos de los ocupantes. La oficina estaba llena de personas; la acera; justo en el acceso a la entidad, también se encontraba completamente ocupada. Pero no han cortado el tráfico en ningún momento: solamente pedían a todos los conductores que pasaban que hicieran sonar su claxon, uniéndose al bullicio que ellos no han dejado de hacer excepto en contadísimas ocasiones. Uno de esos momentos de calma ha sido cuando se ha conseguido que varios representantes de la PAH accediese al interior del despacho en el que se encontraba la directora para sentarse a negociar. Ella había advertido: “Yo no puedo hacer nada, es una decisión que solamente pueden tomar en Madrid”.

De ese despacho no entraba ni salía nadie, se mantenía herméticamente cerrado. Solo han podido acceder al interior los negociadores de la PAH y una pareja de Mossos d’Esquadra que han aparecido hacia el medio día. Y un breve instante en el que la directora ha salido de la oficina, pertinentemente escoltada por el vigilante de seguridad, que ha debido interrumpir su distendida charla por unos segundos.

En estos instantes, siguen en el interior de la oficina y están esperando recibir un email desde Madrid, en el que parece que los representantes de la entidad ofrecerán una solución para desatascar el caso de José Antonio.

Texto: Mónica Solanas; Fotos: Tono Carbajo