Más fotos en Galería Fotomovimiento

Barcelona, 1 de Julio de 2015

PISAR TIERRA QUEMADA

Según el Departament d’Agricultura, durante el año 2014 tuvimos en Catalunya 461 incendios, de los cuales solo 83 fueron por causas naturales.

La superficie quemada fue de 1.569,9 hectáreas. No hay informes sobre el número de animales victimas del fuego, ni como esos incendios afectaron a las personas que habitaban esos territorios o sus inmediaciones. Tampoco creo que haya informes sobre el nivel de sufrimiento o la tristeza producida  o, por el contrario, sobre quiénes y en qué cuantía se beneficiaron de esos 96 incendios provocados. Collserola3

Los sindicatos de bomberos, denuncian que más del 80% de los parques de bomberos están trabajando bajo mínimos, e incluso algunos se han cerrado, como en el caso de Solsona y Calaf. Desde 2011 se han disminuido 140 efectivos, y en 2014 se han recortado 200 plazas por prejubilaciones. El remedio por parte de la Generalitat a esos recortes ha sido forzarles a trabajar 120 horas más, el equivalente a tres guardias de verano.

Ayer, uno de Julio, ardió una vez más, parte de la sierra de la Colserola, concretamente la zona del Camí de Cal Notari. En comparación con otros, este no fue un gran incendio. Esta vez “solo” fueron 18 hectáreas. El fuego se acercó peligrosamente a las casas y unos pocos vecinos fueron desalojados momentáneamente por seguridad.

Fue un incendio pequeño, pero el sufrimiento que provocó en los que les tocó vivirlo en carne propia, fue exactamente igual que si la zona arrasada hubiese sido mucho mayor. Diez dotaciones terrestres de los Bomberos de Barcelona y 29 dotaciones de los Bomberos de la Generalitat, entre ellos nueve medios aéreos, trabajaron en la extincióCollserola1n del fuego. Durante horas, los hidroaviones y helicópteros atravesaron peligrosamente la espesa nube de humo, buscando el ángulo necesario para soltar el agua. En la cima la situación se les complicaba al tener que librar las líneas de alta tensión antes de descender sobre el fuego. Viéndolos trabajar, es fácil comprender por qué es la profesión más valoradas por la población.

Al día siguiente, los vecinos comentaban que hacía años que no veían el fuego tan cerca de las casas, a pesar de que en la zona no es el primer incendio que sufren. Contaban como se oían a los jabalíes gritando y corriendo despavoridos barranco arriba. La huida era inútil porque soplaba el viento y esa zona se convirtió, al poco rato,  en un auténtico infierno. Desde el barrio del Carmel se podía ver claramente como el incendio crecía ladera arriba y  se concentraba en esa zona arrasando todo lo que se encontraba en el camino.

Cuando uno se adentra en un bosque arrasado por el fuego, una de las cosas que llaman la atención al pisar tierra quemada, es que el suelo se desmorona bajo los pasos. El terreno que antes estaba bien compactado por las pequeñas raíces y los árboles se torna quebradiza, no aguanta nuestro peso. Bajar por la ladera es complicado, porque tampoco queda vegetación a la que agarrarse al descender la ladera. La más  leve brisa levanta pequeñas nubes de ceniza que barren el suelo y dan un aspecto aún más lúgubre al paisaje. La tristeza se va apropiando de todo.

Al fondo del barranco están los jabalíes de los que me hablaron los vecinos. Una familia completa, con dos pequeños jabatos. Los cuerpos de los padres están hinchados, con una mueca de terror en la cara y las patas dobladas. Los pequeños cuerpos de sus crías yacen un poco más arriba, el fuego las ha consumido casi por completo. Sobre una piedra aún se podían ver los arañazos de sus pezuñas al intentar subir desesperadamente por la ladera del barranco.

Arbustos retorcidos, cañas reventadas desde dentro por la presión al hervir calentadas por las llamas. Restos de conchas calcinadas de caracoles, una cacerola abandonada. El gris y el negro lo cubren todo. Huele a carne quemada.

Desde la carretera el paisaje es negro, el sol se pone tras la montaña y empiezan a verse pequeñas bandadas de pájaros volando. Ellos son los únicos que han podido escapar a la tragedia. Algunos ciclistas suben poniendo pequeños puntos de color en el paisaje y resaltando, por contraste, el gris del entorno.

Un elevado número de incendios se producen cada año por negligencias humanas. Si fuésemos conscientes del dolor que puede provocar una acción descuidada en un entorno natural, probablemente seríamos mucho más cuidadosos con lo que hacemos. De los mal nacidos que provocan los fuegos por intereses económicos o por pura mala fe, mejor ni comentar.

No se entiende como a pesar de la progresiva desertización que sufre todo el país desde hace años, no se declara el tema de los incendios y la protección de los bosques un tema de prioridad nacional. Habilitando los presupuestos necesarios para mantener unos medios humanos y técnicos suficientes para luchar contra esta lacra que acabará convirtiendo el territorio en algo inhabitable, en un desierto.

Collserola2

Texto y fotografías Tono Carbajo